Lo más novedoso del resultado en relación a otros comicios es la confirmación de las llamadas fuerzas emergentes que, si bien no lograron sus objetivos de desbancar a los partidos tradicionales, entran con una gran fortaleza en el Parlamento. Particularmente Podemos que, aunque obtiene un gran resultado y se acerca al PSOE, lo consigue con un entramado de coaliciones en Cataluña, Valencia y Galicia que tiñen de soberanismo su programa y su grupo parlamentario. La composición de las Cortes arroja una endiablada aritmética pero sitúa al PSOE en un papel central de la escena política que lo puede hacer imprescindible para las soluciones de gobierno.
Sin embargo, los posicionamientos iniciales de algunas fuerzas políticas parecen estar poniendo en primer término sus programas máximos o sus compromisos partidarios en lugar de aprestarse a la necesaria tarea de diagnosticar, primero, y dialogar, después, tratando de buscar soluciones a los graves problemas que tiene el país y primeramente a abordar la agenda social heredada de las secuelas de un gobierno del PP campeón en recortes y desigualdad.
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